Foucault, usos en educación

miércoles, 24 de julio de 2013

BIOLOGÍA CULTURAL. ¿AMOR AL TOLERAR O AL RESPETO?


Rebeca Vargas
 Estudiante del Doctorado en Ciencias de la Educación
Universidad Rómulo Gallegos, Venezuela
 
Desde el inicio de los tiempos, el ser humano ha estado inmerso en el decidir, diariamente tenemos que tomar decisiones sobre nosotros mismos y la forma en que vivimos conjuntamente con el contorno en el que estamos; un ejemplo de esto radica en el proceso arduo que pasan las mujeres al momento de vestirse, si bien sabemos, la mujer tiende a pensar más en su aspecto físico que el hombre (aunque con el correr de los años vemos como el hombre se integra más a esta tarea física), particularmente parto del hecho en que cada mañana, antes de ir al trabajo pese a que uso uniforme, me detengo un momento que puede tardar varios minutos, para decidir que camisa me gusta más (aclarando que todas son iguales), y ni hablar cuando llega el momento de peinarme, pero todo se basa en las emociones del día, como seres cambiantes de ánimo, nuestra mirada al mundo varía también, decidiendo y decidiendo sin terminar de hacerlo ya que es un bucle cíclico en un sistema de vida.
Sin embargo, que implica el decidir en nuestras vidas, es posible decir que como seres pensantes usamos el amor con nuestras emociones para tomar decisiones, ya que como seres amorosos podemos tener confianza en lo que decidimos, podemos tener la seguridad en que seremos amados sin importar la circunstancia, ¿sin que nos demos cuenta que ese amor sea desde la tolerancia o desde el respeto?, por su parte, el amar forma parte de nuestra ontología constitutiva, que dentro de la cultura que vivimos se modifica tanto que tiene que ver con otra relación diferente al vernos como seres humanos. Hoy en día, vemos al amor como eso que damos a otra persona, bien sea afecto, dedicación en el hogar, fidelidad tal vez, pero tiene que ver con esa entrega hacia el otro, y si recibo algo a cambio de ese esfuerzo que se hace, se dice que soy amado. Seguramente, tal espera sea a raíz de que queremos ser vistos, ser notados de entre tantas personas y ser escuchados por sobre todas las cosas.
Es conveniente decir entonces, que el amar es aceptar la presencia del otro, es respetar al otro, lo que resulta en una tarea diaria, ya que uno no ve lo que hay, sino que depende de lo que estamos mirando, sin anteponer un prejuicio, es un mirar sin juicio, un mirar distinto, sin tener expectativas del otro, eso es amar, es aceptar al otro, respetándolo por encima de lo que significaría el tolerar, ya que cuando toleramos mentimos sobre lo que está sucediendo, lo hacemos a manera de salir del paso o simplemente encajar en un espacio pese a que no estoy de acuerdo con lo que sucede allí, es un mientras tanto para muchos, por ejemplo: muchas veces toleraba que un hombre dijera que es ateo, que para él no existiese lo que para nosotros los cristianos es Dios; pero el hecho de que lo toleraba enmarcaba una mentira para mí misma, porque no era honesta sobre lo que yo pensaba del ateísmo, solo que lo toleré mientras estaba conversando con él para no entrar en polémica y perder la imagen ante él. Sin embargo, aquí cae un poco en reflexión: ¿estamos tan acostumbrados a tolerar el mundo que no vemos como perdemos presencia ante las demás personas?
Cabe resaltar que sería un escenario diferente, si en aquella oportunidad fuese aceptado el punto de vista de aquel hombre, ya que sus fundamentos tendría para llegar a tal decisión, si hubiese colocado en práctica el hecho de que cada ser humano piensa, siente y habla diferente a mí, lo habría respetado, y por ende daría espacio al amar al otro sin prejuicio, suena hermoso, pero es una tarea que requiere esfuerzo y sobretodo un nivel de interpretación, análisis, comprensión y madurez para llevarla a cabo. Dando una mirada global a esa experiencia, aprendí que hay que escuchar y estar dispuesto a escuchar tanto como sea necesario para un mejor convivir, la realidad es cambiante, la verdad es relativa, no sabemos todo y todo lo que sabemos en apenas una pequeña partícula de un gran universo de conocimiento, de información que día a día tomamos para crecer como seres humanos, y con esto ser más humildes ante nuestro entorno y contorno, quizás sea lo que nuestro planeta necesita… que seamos más conscientes ante lo que sucede y hagamos algo al respecto, debemos cambiar nuestro pensar, porque si no modificamos el pensar que pensamos no estamos dando nada a la sociedad, a la vida y al planeta, por último quisiera terminar de la forma en que empecé… les dejo aquí la pregunta: ¿amor al tolerar o al respeto? Usted decide como darle respuesta.
Imagen tomada de http://es.paperblog.com/de-relaciones-respeto-empatia-y-amor-1627005/

martes, 9 de julio de 2013

COSMOS VS CAOS O SIMPLICIDAD VS COMPLEJIDAD

Jeroh Montilla

Basta tomar un texto actualizado sobre la historia de la cultura humana para darse cuenta que, desde el primer vestigio cultural de nuestra lejana antigüedad, fichado o fechado por los antropólogos, hasta las últimas maravillas digitales telefónicas, el ser humano es socialmente un amasijo de haceres heterogéneos, dispuesto a la varianza, presto a diversificarse de manera casi irrefrenable. Eso por una parte, sin embargo, por otra se evidencia, sobre todo en aquellos que estudian el fenómeno, la tendencia contraria de intentar explicarlo homogéneamente, de reducir esta diversidad al marco de leyes fundamentales, a explicar mediante maniobras racionales que tal heterogeneidad no es tal, que en verdad todo discurre sobre el riel de una simplicidad inmanente, que la pretendida complejidad que nos asombra es en realidad una apariencia, y que solo basta profundizar en simples leyes fundamentales para resolver tanta euforia creativa.
Pero este asunto de la simplicidad y la complejidad no es tan fácil. Desde los griegos, y seguramente desde mucho antes, el hombre ha representado la maravilla del universo con una expresión muy popular, la palabra cosmos. Todo lo que nos rodea, nos contiene y nos conforma es el cosmos. Esta expresión implica también otra palabra. Cosmos es obligatoriamente orden. Todo orden comprende una explicación, es decir de una simplificación del universo. Pero al cosmos se opone otra expresión: caos. Al principio era caos entonces surgió el hombre, este creó el lenguaje y de ese modo el caos fue cubierto por el manto explicativo del cosmos, el orden. Y desde ese momento el hacer humano es debatirse entre tendencias cosmológicas en pro de contener la expansión caótica del universo material y cognoscitivo. Nietzsche puede ilustrarnos ampliamente en este drama.
En estos tiempos del siglo XXI los físicos teóricos se devanan los sesos por encontrar o construir una teoría final, una ley definitiva que amalgame la potencialidad de las cuatro fuerzas fundamentales de la materia y la energía. Es la misma pretensión que se observa en los científicos sociales. Caos vs orden. Simplicidad vs complejidad. La verdad es que ambas tendencias no se anulan, ni una termina por diluir a la otra. Sin embargo, podemos aventurarnos con cautela en algunas afirmaciones: la búsqueda de simplicidad ha dominado férreamente el escenario histórico, pero hoy la indomable complejidad adquiere otro giro, ya no sólo como rostro de la realidad, sino como una postura, una actitud. Ya no es un objetivo a ser resuelto por la simplicidad, sino que  se ha invertido  el papel, frente al dominio de esta última el hombre contemporáneo se plantea la complejidad como una actitud de total rebelión epistémica. Hoy el hombre deja atrás su añoranza edénica, apuesta a la inseguridad paradigmática, adquiere mayoría para asumir el profundo sentido de la complejidad: la incertidumbre. 

Imagen tomada de http://www.jggweb.com/2007/11/18/orden-en-el-caos/

APRECIACIONES SOBRE EL DISCURSO TRANSDISCIPLINARIO


Jeroh Montilla
   
 
Vamos iniciar estas apreciaciones o apuntes con una interrogante un tanto odiosa: ¿cuáles son las vinculaciones del discurso transdisciplinario con el poder y sus instituciones? No se pretende aquí responder definitivamente esto, agotarlo en una precisa exposición de evidencias, más bien la intención es dar rienda suelta a una sucesión de preguntas, unas necesarias y otras de sentido aleatorio, la idea es dejar en el aire una pluralidad de sospechas. Las ideas es que las respuestas sean nada concluyentes y hasta saludablemente contradictorias.
En realidad el término transdisciplinariedad es de reciente data. Según Nicolescu (2006) esta palabra:
apareció en Francia en 1970, en las pláticas de Jean Piaget, Erich Jantsch y André Lichnerowicz, en el taller internacional denominado “Interdisciplinariedad-Problemas de la Enseñanza e Investigación en las Universidades”, financiado por la Organización Económica para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), en colaboración con el Ministro Francés de Educación y la Universidad de Niza. (Pág. en línea)
Cuarenta y tres años de existencia, hasta el momento, para un término es un tiempo muy corto si se compara con algunos igual de vigentes como son el liberalismo, materialismo, humanismo, marxismo, etc. Ahora bien, es importante fijarse en la cita, tanto en la calidad de los propulsores del término como en la institución que financia el evento donde se internacionaliza esta palabra. Esto último es importante para la intención interrogativa que subyace en estas apreciaciones.
Otro aspecto interesante que cruza la historia de la transdisciplinariedad es la diversidad de visiones de la misma. Kleín (2004) refiriéndose a las primeras visiones de los iniciadores de la transdisciplinariedad dice:
Jean Piaget veía la transdisciplinariedad como una etapa más alta en la epistemología de las relaciones interdisciplinarias. Este autor creía que la maduración de las estructuras generales y patrones generales del pensamiento a través de los distintos campos podría llevar a una teoría general de sistemas o estructuras…Erich Jantsch, por su parte, propuso un modelo jerárquico para el sistema de la ciencia, la educación y la innovación. Este autor visualizaba todas las disciplinas e interdisciplinas como siendo coordinadas por una axiomática general, con un mutuo enriquecimiento de epistemologías. (Pág. en línea)

Resultan muy amplias, por no decir ambiciosas, las perspectivas conceptuales y epistemológicas de Piaget y Jantsch. Al leer estas concepciones es inevitable remitirse a la figura de Thomas Kuhn y su texto La estructura de las revoluciones científicas. Surge la tentación de visualizar la transdisciplinariedad como una nueva revolución científica. Este texto se editó en 1962, aunque venía siendo escrito desde 1942. Puede pensarse, gracias a sus pretensiones, que la transdisciplinariedad implica necesariamente un nuevo modelo de pensamiento, un modelo que trasciende la particularidad de sus autores y se inserta en causalidades históricas más profundas y anónimas.
Luego de este momento llegamos a 1994 y el Primer Congreso Mundial de Transdisciplinariedad en Portugal. En este escenario emerge la figura de Morin y su rúbrica intelectual sobre lo que se conoce como la Carta de la Transdisciplinariedad. Es importante precisar que detrás de este evento se encuentra la mano de la UNESCO, otra organización internacional tan poderosa como la Organización Económica para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) que estuvo detrás del evento de 1970.
Después de esta corta travesía histórica es bueno regresar a la pregunta con se inicia más arriba este texto: ¿cuáles son las vinculaciones del discurso transdisciplinario con el poder y sus instituciones? La pregunta visualiza la transdisciplinariedad no tanto como un mero fenómeno de ejercicio científico dentro del universo de las ciencias sino también como un discurso. Edgardo Castro (2004) citando a Michel Foucault dice que “El discurso está constituido por un número limitado de enunciados para los cuales se puede definir un conjunto de condiciones de existencia.” (Pág. en línea) Aquí se presenta al discurso como un universo cerrado de enunciados. Para algunos estudiosos el método de análisis foucaultiano procede inicialmente por negatividad, negar categorías o nociones que amarren el análisis a la idea de continuidad, de encontrar o establecer a como dé lugar el hilo conductor u umbilical de los objetos o fenómenos estudiados. Personalmente creo que Foucault no niega, eso no le interesa, sería tan igual como afirmar, más bien procede es fenomenológicamente, suspende, crea una nueva situación analítica de epojé restringida, para ver que arroja esa situación hipotética, que nuevos panoramas o detalles quedan al descubierto con sacar de escena una o varias de las categorías analíticas tradicionales. En la definición que cita Castro se habla de las condiciones de existencia de los discursos. Es decir que un discurso aparece y se despliega solo en un marco particular de condiciones de existencia.
Ahora bien, otra característica resaltante del análisis foucaultiano es su deriva categorial o nocional misma. A la par que avanza deja atrás, digamos metafóricamente, escaleras, las sustituye a la medida de sus nuevas necesidades analíticas, no se ata a absolutos en el terreno metodológico. Ejemplo de ello es como reemplaza la noción de episteme con la de dispositivo y esta a su vez por la de práctica. Es significativo eso de apartarse de la poderosa y hoy casi imprescindible noción de episteme, que marca rumbos muy precisos en el análisis discursivo. Foucault se aventura en su análisis arqueológico de lo discursivo en otras rutas. Penetra el terreno de lo no discursivo para desnudar o recrear lo discursivo. En el año 1970 (por cierto fecha coincidente con el taller donde surge, de boca de Piaget, la noción de transdisciplinariedad) Foucault (1970) en su lección inaugural del Colegio de Francia expresa una postura cautelosa antes las implicaciones de poder y saber de lo discursivo. Allí haciendo uso de una actitud genuinamente fenomenológica muestra sus dudas ante tradicional uso de la noción de autor. Al inicio de su discurso expresa:
Me hubiera gustado darme cuenta de que en el momento de ponerme a hablar ya me precedía una voz sin nombre desde hacía mucho tiempo: me habría bastado entonces con encadenar, proseguir la frase, introducirme sin ser advertido en sus intersticios, como si ella me hubiera hecho señas quedándose, un momento, interrumpida. No habría habido por tanto inicio; y en lugar de ser aquel de quien procede el discurso, yo sería más bien una pequeña laguna en el azar de su desarrollo, el punto de su desaparición posible. (Pág. En línea)
Sin embargo, ante ese deseo, aparentemente anárquico y quimérico, de desdibujarse el mismo como autor en medio del torrente discursivo, Foucault deja al descubierto como lo institucional emerge irónicamente como ente legitimador de lo discursivo. La institución aparece para instaurar un orden haciendo uso de su madeja de rituales y solemnidades determinando que es y no es en el marco del discurso. En este punto, por segunda vez invito a regresar sobre los pasos iniciales de estas apreciaciones y volver hacernos la pregunta: ¿cuáles son las vinculaciones del discurso transdisciplinario con el poder y sus instituciones?
        Siguiendo con el discurso de Foucault en 1970 este más adelante visualiza:
El deseo dice: «No querría tener que entrar yo mismo en este orden azaroso del discurso; no querría tener relación con cuanto hay en él de tajante y decisivo; querría que me rodeara como una transparencia apacible, profunda, indefinidamente abierta, en la que otros responderían a mi espera, y de la que brotarían las verdades, una a una; yo no tendría más que dejarme arrastrar, en él y por él, como algo abandonado, flotante y dichoso». Y la institución responde: «No hay por qué tener miedo de empezar; todos estamos aquí para mostrarte que el discurso está en el orden de las leyes, que desde hace mucho tiempo se vela por su aparición; que se le ha preparado un lugar que le honra pero que le desarma, y que, si consigue algún poder, es de nosotros y únicamente de nosotros de quien lo obtiene». (Pág. en línea)
Es decir que delante de un discurso equis, con pretensiones de vigencia social, siempre marcha una institución o la institucionalidad que lo legitima y a su vez tamiza y controla los poderes particulares de este discurso. Penetremos, como ejercicio analítico, el discurso de la transdisciplinariedad con los ejes sociales del saber y el poder en el ámbito universitario y visualizaremos sus poderes específicos y como la institucionalidad universitaria maniobra para conjurar su posible peligrosidad epistémica. Veremos como la controla o intenta controlarla.
       De entrada hay que decir que el discurso transdisciplinar tiene un campo de acción que es el científico, es allí donde nace, puede pasearse tácticamente por lo no científico, pero de un modo u otro regresa, por un asunto ontoteológico, a los predios legitimadores de la ciencia. De hecho los asuntos transdisciplinarios son cuestiones, hasta el momento, entre expertos disciplinares que intentan trascender sus limitaciones fronterizas. Esto deja a las claras que el discurso transdisciplinario se origina en el seno de la institución universitaria y por lo tanto es la universidad la institución que marca hasta ahora su legitimación.
Foucault plantea que en la producción social de los discursos existen procedimientos de control, selección y distribución. Los procedimientos de exclusión, de tipo externo al discurso, son los de prohibición, los de separación y rechazo y los de oposición entre lo verdadero y lo falso. Estos procedimientos se ejercen sobre el soporte institucional. Los de limitación, que se caracterizan por ser de tipo interno y dedicado a evitar lo azaroso en los asuntos discursivos, este tipo de procedimientos son el comentario, el autor y la organización de las disciplinas. Por último están los procedimientos que establecen las condiciones de uso de los discursos. Estos establecen las reglas y limitan la participación a un público restringido. Allí prevalece el ritual, las sociedades discursivas, las doctrinas y la adecuación social que se impone a través del aparato político-educativo. Todo esto lleva a derribar el mito de la naturalidad en la producción discursiva. Los discursos no emergen por generación espontánea, o las meras buenas o malas intenciones de sus autores, sino que su nacimiento responde a un conjunto de intereses. Los discursos son una realidad material. Entonces los discursos no pueden reducirse meramente a su labor transmisora y a lo explícito de su mensaje, sino que son atravesados en su generación y producción por los implacables ejes del saber y el poder, respondiendo a los intereses que se juegan en estos.
Ahora bien la producción y desarrollo del discurso transdisciplinario no ha estado exento de estos procedimientos, cabe entonces averiguar como vienen aplicándose estos. Hasta el momento las instituciones sociales que ha administrado la producción y distribución del discurso transdisciplinarios son de carácter internacional, en un panorama mediático, pero en verdad es la universidad quien lo hace. Parece ser lo obvio. Se trata de las disciplinas universitarias. Sin embargo los alcances y las pretensiones de lo transdisciplinario parecen superar los ámbitos de la academia superior, sus consecuencias y alcances buscan abarcar la actual sociedad entera occidental.
Ante esta respuesta a la pregunta con que iniciamos este ensayo, es necesario plantearse otra: ¿hay que dejar el discurso transdisciplinario en manos de la universidad? Dejarlo en las manos de lo que Foucault denomina: “…las «sociedades de discursos», cuyo cometido es conservar o producir discursos, pero para hacerlos circular en un espacio cerrado, distribuyéndolos nada más que según reglas estrictas y sin que los detentadores sean desposeídos de la función de distribución.” (Pág. en línea) Es claro cuando alerta incluso frente a pretendida inmunidad de algunos discursos, dice: “Pero que nadie se engañe; incluso en el orden del discurso verdadero, incluso en el orden del discurso publicado y libre de todo ritual, todavía se ejercen formas de apropiación del secreto y de la no intercambiabilidad.” (Pág. en línea) Foucault plantea algunas acciones de resistencia ante la acción hegemónica de las instituciones frente a los discursos. Para esto primero denuncia que bajo la veneración que en estos tiempos se hace del discurso se manifiesta un temor, una especie de logofobia, fobia muy bien apuntalada por la filosofía que surge en la historia para hacerle juego a todos los procedimientos de regulación discursiva:
Todo pasa como si prohibiciones, barreras, umbrales, límites, se dispusieran de manera que se domine, al menos en parte, la gran proliferación del discurso, de manera que su riqueza se aligere de la parte más peligrosa y que su desorden se organice según figuras que esquivan lo más incontrolable; todo pasa como si se hubiese querido borrar hasta las marcas de su irrupción en los juegos del pensamiento y de la lengua. Hay sin duda en nuestra sociedad, y me imagino que también en todas las otras, pero según un perfil y escansiones diferentes, una profunda logofilia [sic], una especie de sordo temor contra esos acontecimientos, contra esa masa de cosas dichas, contra la aparición de todos esos enunciados, contra todo lo que puede haber allí de violento, de discontinuo, de batallador, y también de desorden y de peligroso, contra ese gran murmullo incesante y desordenado de discurso. (Pág. en línea)
Para enfrentar esto propone una metodología basada en cuatro principios: trastocamiento, discontinuidad, especificidad y exterioridad. Cabe aplicarlos en una primera instancia al análisis del discurso transdisciplinario, un análisis de aguda tarea crítica de carácter genealógico. Es decir, visualizar el discurso transdisciplinario en su auténtica e inauténtica función de poder.

REFERENCIAS
Castro, Edgardo (2004) El vocabulario de Michel Foucault. [Página en línea], Disponible:
Foucault, Michel (1970) El orden del discurso. [Página en línea], Disponible:
Klein, Julie T. et al (2004) Transdisciplinariedad y Complejidad en el Análisis Social. [Página en línea], Disponible: http://unesdoc.unesco.org/images/0013/001363/136367s.pdf
[Consulta 2013 Mayo, 16]
Nicolescu, Basarab (2006) Transdisciplinariedad: presente, pasado y futuro. [Página en línea], Disponible: http://www.cea.ucr.ac.cr/CTC2010/attachments/120_TransDBasarab1.pdf [Consulta 2013 Mayo, 16]
Imagen tomada de  http://www.altonivel.com.mx/mark-ryden,-un-provocador-en-el-surrealismo-pop.html

miércoles, 26 de junio de 2013

VERDAD Y LA MENTIRA HERMENÉUTICA

Jeroh Juan Montilla
Cualquiera sea el camino que han tomado la diversidad de filósofos frente al término hermenéutica este termina reducido a la aparente diafanidad de una palabra: interpretación. En verdad con el transcurrir de las aguas de la historia esta última fórmula tiene la sospechosa aceptación de ser ya un lugar común, tanto en la filosofía como fuera de esta. Se podría añadir que la palabrita padece de cierto agotamiento dentro de los actuales haceres semánticos de la creación humana. Ya Nietzsche advertía contra la obvia facilidad instrumental del lenguaje, nos conminaba a descreer de estas navajas de multiuso ontológico: “… ¿qué sucede con esas convenciones del lenguaje? ¿Son quizá productos del conocimiento, del sentido de la verdad? ¿Concuerdan las designaciones y las cosas? ¿Es el lenguaje la expresión adecuada de todas las realidades?” (Pág. 21)

Después de este monumental pensador alemán los trajinadores de las asperezas y divinidades del pensamiento filosófico aprendieron a desconfiar de las evidencias, de los implícitos y explícitos acuerdos sociales del lenguaje. Y si nos deshacemos de la seguridad de las palabras, entonces ¿dónde nos aferramos? Con el mismo Nietzsche también Dios había muerto. El hombre, ontológicamente, estaba a la deriva, náufrago de sus sólidas creaciones, es decir falto del pegamento existencial que nos añaden las interpretaciones. Lo cierto es que parece que estamos condenados a interpretar únicamente por mediación del lenguaje. Ahora bien, la omnisciencia de este último es abrumadora, es el ojo que todo lo ve, parece no haber rincón de la conciencia humana que no esté bajo la inundación absoluta del lenguaje. Parece ser nuestra única certidumbre, por tanto cada uno de sus descubrimientos o creaciones interpretativas son viejas y nuevas mentiras. Todo afán interpretativo es una gimnasia heurística, es la voluntad de inventar. Interpretar es inventar, es mentir y después de eso hacer uso terapéutico del olvido, muy bien Nietzsche dice: “Solamente mediante el olvido puede el hombre alguna vez llegar a imaginarse que está en posesión de una verdad…” (Pág. 21) Un acto de mala fe como diría Sartre. La verdad es solo un impulso creativo que se hace realidad a través de la mentira. Toda creencia es el fuerte reflejo de la apariencia. Toda voluntad hermenéutica es mera ilusión. Cerramos reiterando en Nietzsche:

"¿Qué es entonces la verdad? Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino metal." (Pág. 25)

Nietzsche, Friedrich (2008) Sobre verdad y mentira en sentido extramoral. Madrid: Tecnos.
*Imagen tomada de http://palabraeterna.wordpress.com/2010/09/28/hermeneutica-y-homiletica/

martes, 12 de marzo de 2013

Biografía de Kuhn



Luis A. Martínez

Universidad Nacional Experimental
Rómulo Gallegos
Doctorado en Ciencias de la Educación
Cátedra: Gestión Investigativa
Facilitador: Dr. Alberto Torres
Sección: 5



Historiador y filósofo de la ciencia estadounidense, conocido por su contribución al cambio de orientación de la filosofía y la sociología científica en la década de 1960. Thomas S. Kuhn nació en Cincinnati, Ohio, y se doctoró en Filosofía por la Universidad de Harvard en Física Teórica en 1949. Se orientó hacia la ciencia histórica y la filosofía de la ciencia, que enseñaría en Harvard, Berkeley, Princeton y en Massachusetts.

En 1962, Kuhn publicó `La estructura de las revoluciones científicas `, obra en la que expuso la evolución de las ciencias naturales básicas de un modo que se diferenciaba de forma sustancial de la visión más generalizada entonces. Según Kuhn, las ciencias no progresan siguiendo un proceso uniforme por la aplicación de un hipotético método científico. Se verifican, en cambio, dos fases diferentes de desarrollo científico. En un primer momento, hay un amplio consenso en la comunidad científica sobre cómo explotar los avances conseguidos en el pasado ante los problemas existentes, creándose así soluciones universales que Kuhn llamaba `paradigmas`. En un segundo momento, se buscan nuevas teorías y herramientas de investigación conforme las anteriores dejan de funcionar con eficacia. Si se demuestra que una teoría es superior a las existentes entonces es aceptada y se produce una `revolución científica`. Tales rupturas revolucionarias traen consigo un cambio de conceptos científicos, problemas, soluciones y métodos, es decir, nuevos `paradigmas`. Aunque estos cambios paradigmáticos nunca son totales, hacen del desarrollo científico en esos puntos de confluencia algo discontinuo, se dice que la vieja teoría y la nueva son inconmensurables una respecto a la otra. Tal inconmensurabilidad supone que la comparación de las dos teorías es más complicada que la simple confrontación de predicciones contradictorias.

El libro de Kuhn ha provocado una discusión prolija y polémica en numerosas disciplinas y ha ejercido una enorme influencia. En respuesta a las críticas, ha corregido y ampliado su teoría indicando que toda ciencia se perfila a lo largo del tiempo con las aportaciones de la comunidad científica que contribuye no sólo con nuevos conocimientos acumulativos, sino también a cambios cualitativos, nuevos cambios de perspectiva con la creación de nuevos paradigmas que abren nuevos horizontes a la ciencia, concebida, por tanto, como algo abierto y en evolución.

martes, 19 de febrero de 2013

INVESTIGACION UNIVERSITARIA EN AMERICA LATINA: TRASCENDENCIA O UTOPIA


GLORIMAR MOTA BOLIVAR


Universidad Nacional Experimental
Rómulo Gallegos
Doctorado en Ciencias de la Educación
Cátedra: Gestión Investigativa
Facilitador: Dr. Alberto Torres
Sección: 5




La educación universitaria, desde sus orígenes, tiene entre sus cometidos la creación, transmisión y difusión del conocimiento. Si el conocimiento, ocupa hoy día un lugar central en los procesos que configuran la sociedad contemporánea, las instituciones que trabajan con y sobre el conocimiento participan también de esa centralidad. Esta consideración ha llevado a un nuevo análisis de las relaciones entre las instituciones de educación superior y la sociedad y a fortalecer la relevancia del papel estratégico de la educación superior.
La universidad es una institución social y, como tal, expresa de manera determinada la estructura y el modo de funcionamiento de la sociedad como un todo. Tanto es así que, en el interior de la institución universitaria, encontramos la presencia de opiniones, actitudes y proyectos en conflicto que son expresivos de las divisiones y contradicciones de la sociedad como un todo. Una universidad enclaustrada expresa la manera en que una sociedad determinada concibe el saber; una universidad militante expresa la manera en que una parte de una sociedad determinada pretende que el saber esté al servicio de determinadas políticas. De modo similar, una universidad funcional y operacional, que forma mano de obra especializada para el mercado de trabajo, expresa una sociedad que toma el mercado como ratio ultima de la vida social. En contrapartida, una universidad que considera el saber según el prisma del derecho del ciudadano, que impide la masificación y valoriza la democratización, expresa una sociedad en la cual los valores democráticos de la ciudadanía son el imperativo político y ético de la vida universitaria.
La educación superior es un fenómeno de gran complejidad, cuyo análisis requiere instrumentos que superen los enfoques puramente economicistas o parciales y tengan presente la necesidad de encontrar puntos de equilibrio entre las necesidades del sector productivo y de la economía, las necesidades de la sociedad en su conjunto y las no menos importantes necesidades del individuo como ser humano, todo dentro de un determinado contexto histórico, social y cultural. Las tareas de las instituciones de educación superior deben ser pertinentes. Pero, ¿quién define la pertinencia? En otras palabras, quién da respuesta a las preguntas: ¿Educación superior para qué? para qué sociedad? ¿Para qué tipo de ciudadanos?
En las nuevas experiencias que emergen de la sociedad civil como alternativa a la globalización desde arriba, no se percibe, ni tampoco se cree ni se anhela, una utopía universal y globalizable
La experiencia del socialismo real y del paradigma neoliberal actual han demostrado el fracaso de paradigmas totalizantes, resultado de la imposición desde arriba y desde afuera de las experiencias propias. La nueva visión de la globalización desde abajo, se basa en la integración de utopías parciales: es un esfuerzo consensuado y democrático de la ciudadanía del siglo XXI.
En resumen, no puede existir una docencia universitaria desvinculada de la investigación en un mundo globalizado, en una sociedad del conocimiento. Esto implica que todo docente debe ser un investigador, para que así sus alumnos puedan: «aprender a conocer», «aprender a hacer», y también, sin olvidar el papel de los valores -sin ellos proliferarían las universidades ancladas en únicamente olvidando la espiritualidad, la dimensión humana- «aprender a ser» y «aprender a vivir juntos».

“Todo el conocimiento y la sabiduría  esta siempre a nuestra disposición, por lo tanto, cuando se apertura nuestra visión interior acerca  de lo que significamos como seres en devenir,   somos  capaces de ensanchar el horizonte y desatarnos de la  prisión de la existencia  material”
(HAY, 2.004)

Bibliografía
1.-Cárdenas, Antonio Luis: Los Retos del Siglo XXI: Sociedad del Conocimiento Y Educación,
FEDUPEL, Caracas, s/f.
2.- Estrategia a plazo medio. UNESCO, 1996. Jacques Delors. "La educación encierra un tesoro". Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la educación para el siglo XXI, presidida por J. Delors. UNESCO, 1996.
3.-García Guadilla, Carmen: Conocimiento, Educación Superior Y Sociedad en América Latina, CENDES - Nueva Sociedad, Caracas, 1996.

4.- Gómez Buendía, Hernando: Educación. La agenda del sido XXI. Hacia un desarrollo humano, PNUD, TM Editores, Bogotá, 1998.